Vino esa tarde, hacía años que no le veía, tantos que no quise reconocerlo. Pero me acerqué y le hablé:
-Ya te veo que andás oscuro, hermano- reí.
Sí. Es mi gran amigo, hermano de esa primer familia por elección a la que pertenecí, con quien formé mi camino, con quien construí la vida que me sostiene hasta el día de hoy.
Entonces, se me acercó al oído y pidió conseguir crack.
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