31/8/05

púchica jueves 01 09 05

Soñar
Son los soñadores los que van cambiando la realidad para acercarnos a un mejor tipo de vida, eso han hecho durante toda la historia. Y así como va habiendo épocas donde los soñadores tienen menos restricciones, se van dando también los días en que soñar es de locos.
Vivimos en una sociedad donde en lugar de fomentar la búsqueda de los sueños, se ha logrado hacer ver a los soñadores como perdedores, y cada sueño es rápidamente abandonado en los conceptos de utopía.
Yo no creo que un mundo mejor sea una utopía. No creo falsa la posibilidad de lograr, por ejemplo, que se acaben los políticos corruptos, o que se dejen de ver y tratar como pueblotes las ciudades guatemaltecas que no son la Capital. No creo utópico, por decir otra cosa, el hecho de que contemos con una Xela limpia, ordenada, con un súper parque zoológico, con una gran universidad para las artes, con un rastro municipal que no de asco, con unas calles que no se inunden, con lugares adecuados para que niños desfavorecidos no tengan que crecer en la calle, sin guía y abusados.
Si de soñar se trata, podría seguir llenando esta hoja y otra, y otra, y otra. Pero cuando uno ve que la vida debe ser práctica, empieza a dejar de hablar de sueños para hacer sueños, que en todo caso es más importante. Esa es la invitación que quisiera hacer, no sólo a los quetzaltecos, sino a todos los habitantes de nuestro valioso planeta. Sólo acostumbrándonos a soñar somos capaces de comprender como esta el mundo. Por decirlo de otra forma, soñar con lo que se quiere da la referencia para saber lo que se tiene.
Pero, ¿qué pasa en Guatemala, que la gente no sueña mucho? Aún estamos infectados por la enfermedad de la guerra, donde los soñadores son los principales enemigos de un sistema dominado por las tendencias militares impositivas, y los maestros, burócratas, líderes y familiares que debieran estar motivando los sueños de las nuevas generaciones, se han acomodado en esas posturas de reprimidos, donde es más fácil conformarse que luchar por una vida mejor. Porque es eso mismo lo que los gobiernos represores han activado como veneno ante los sueños: el conformismo que tan mediocre ha vuelto a nuestra sociedad.

Al respecto...

de Eduardo Galeano, escritor uruguayo

Vaya uno a saber cómo será el mundo más allá del año 2000. Tenemos una única certeza: si todavía estamos ahí, para entonces ya seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio.
Sin embargo, aunque no podemos adivinar el mundo que será, bien podemos imaginar el que queremos que sea. El derecho de soñar no figura en los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron en 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed.
Deliremos, pues, por un ratito. El mundo, que está patas arriba, se pondrá sobre sus pies.
En las calles, los automóviles serán pisados por los perros.
Los cocineros no creeerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.
La policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.
El aire estárá limpio de los venenos de las máquinas, y no tendrá más contaminación que la que emana de los miedos humanos y de las humanas pasiones.
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos. Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.
La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.
La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor.
El mundo ya no estará en guerra con los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra por siempre jamás.
Una mujer, negra, será presidente de Brasil y otra mujer, negra, será presidente de los Estados Unidos de América.Una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú.
El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas.
Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión.
En Argentina, las locas de la Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.
La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar
Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle.
La Santa Madre Iglesia corregirá algunas erratas de las piedras de Moisés:El sexto mandamiento ordenará: "Festejarás el cuerpo".El noveno, que desconfía del deseo, lo declarará sagrado.
En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a hacer el servicio militar, sino los que quieran hacerlo.
Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos.
La Iglesia también dictará un undécimo mandamiento, que se le había olvidado al Señor: "Amarás a la naturaleza, de la que formas parte".
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla.
Todos los penitentes serán celebrantes, y no habrá noche que no sea vivida como si fuera la última, ni día que no sea vivido como si fuera el primero.



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