14/6/05

Por el desarme

Púchica jueves 16 06 05

Pistoleros

Recientes publicaciones dan cuenta de que Guatemala es un país de pistoleros, que asco me da. Y es que en nuestro país hay armas porque hay peligro, pero a la vez hay peligro porque hay armas.
Está claro que tomar partido entre si se está de acuerdo con su existencia en el medio o no es cosa difícil, pues hay muchos puntos de vista de por medio, pero si uno basa su criterio en un deseo de paz, el voto debe ser por el desarme.
Las armas de fuego pequeñas matan en las ciudades y lugares de concentración poblacional con problemas de convivencia de todo el mundo a medio millón de personas cada año. Sólo nuestro país contribuye a esa cífra con más de 10mil asesinatos.
Lo que más cólera da es que haya gente con credibilidad y el poder de los medios que defiende su uso y adversan cualquier propuesta de desarme. En una gran cantidad de investigaciones formuladas por universidades, institutos y fundaciones de todo el mundo pueden verse los resultados de investigaciones que indican que cuando una persona se arma para defenderse tiene más posibilidades de morir o de resultar herida gravemente, que de causarle algún daño al agresor. Las armas sirven para matar y la pregunta sería si ¿estamos dispuestos a matar? Cuando una sociedad está llena de armas es porque en su agenda tiene la posibilidad de quitarle la vida a otro. Ese otro a veces es un vecino, un miembro de nuestra familia, por error, por accidente o como resultado de un conflicto mal resuelto. Hay que desarmar porque la presencia constante de armas en el mundo ha cambiado la naturaleza de la violencia. Tensiones inevitables entre los pueblos se transforman en guerras, y conflictos banales (como discusiones entre amigos o problemas por el tránsito) culminan en tragedias. Sociedades tranquilas pasan a ser campos de batalla. Del mismo modo, cuando terminan los conflictos armados, los esfuerzos para desmovilizar combatientes y reconciliar sociedades son frustrados por la inestabilidad causada por las armas que continúan en manos de la gente. Vaya hoy con su amigo o familiar armado y pregúntele si ¿se ha puesto a pensar que ese aparato ha sido inventado para matar, y que la vida sólo Dios la debe quitar?

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