El lunes pasado, en la capital, se reunieron representantes de los partidos políticos con la gente del Tribunal Supremo Electoral, institución que les convocó para firmar un pacto ético-político que contribuya a regular la presente campaña, con el objetivo de prevenir abusos y ataques. Además, las agrupaciones políticas se comprometieron a rendir cuentas mensualmente sobre sus ingresos y egresos.
Hasta aquí, y para quien no conociera la coyuntura electoral guatemalteca, todo parece “casi” bien. Casi, digo, porque en otros países firmar pactos de este tipo es una degradación, pues sólo ese hecho representa admitir la debilidad y corrupción de las instituciones postulantes.
Citando a Prensa Libre, “Sebastián Mariñas, del Partido Nacional, de Uruguay, aseguró que en su país, como en Brasil, Ecuador y Argentina, los partidos nunca han firmado un pacto ético previo al proceso electoral, porque es una práctica de “las democracias débiles. Los partidos, en sí mismos, se supone deben albergar la ética como un tesoro preciado. Firmar un pacto es algo degradable, porque en todo momento el electorado debería preguntarse hasta dónde están diciendo lo que realmente piensan o sienten”.
En Guatemala, este tipo de acciones son vistas por la ciudadanía como otra burla. Caso ideal para ejemplificar es que el “líder” del Líder acudió a tal cita acompañado de simpatizantes que vestían atuendos proselitistas, a todas luces una burlona falta de ética no sólo frente al TSE sino para el pacto mismo que se estaba signando.
Es más, ¿cómo se atreven a acudir y firmar tal pacto cuando todos sabemos, empezando por ellos mismos, que se lo pasarán por el trasero como se pasan continuamente a la nación entera?
¿Alguien les cree que entregarán cuentas mensualmente? Sólo con imaginarlo se nota lo absurdo del pacto: “Estimados votantes y autoridades: Este mes hemos gastado cien millones provenientes del narco y otros cien producto de la venta de intereses”.
Los guatemaltecos seremos pasivos, pero no tontos, y la pasividad se puede acabar en cualquier momento.
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