Opinar no es malo
En la existencia ningún final lo es del todo pues todo final es un principio, aunque no todo principio lo sea del todo.
En el calendario maya existe un día para expresar este cambio cíclico y es el B´atz´, símbolo del principio y fin pero también de la continuidad con el pasado. Porque aunque la existencia haya llegado periódicamente a un final, el principio siempre ha dependido de lo que sobrevivió al último ciclo.
Entre los aspectos acuñados por la humanidad para sobrevivir en el nuevo ciclo esta la opinión.
Para muchos, la capacidad de opinar es una de las variantes que diferencian a la especie humana del resto. Contemporáneamente, opinar ha sido asumido como un derecho e, innegablemente, ha sido pilar fundamental en la construcción de los criterios individuales y colectivos.
Tan importante es opinar y tan grandes pueden ser las implicaciones de una opinión que, como derecho, ha generado enormes temores en las esferas de poder más altas y perversas, mismas que se esmeran por mantener bruta a la gente para continuar con su insaciable explotación del entorno.
En Guatemala, los canales de opinión han sido minimizados, empezando con el analfabetismo técnico que existe en la gran mayoría de la ciudadanía (léase desde incomprensión de lectura y desprecio por adquirir información), hasta los monopolios y manipulación de los medios de comunicación. Sin embargo, actualmente la opinión no es satanizada ni perseguida (al menos aparentemente).
Para los Estados, la minimización o represión de la opinión no es cuestión ideológica. Tanto Cuba como Venezuela mantienen gran represión “izquierdista” a la opinión, muy parecida –sino idéntica- a la represión “derechista” de Honduras y Colombia. En este último, más de 7,500 personas están en la cárcel por “delitos de opinión”, incluida la poetisa y periodista Angye Gaona, recién apresada y por quien en todo el continente nos encontramos pidiendo justicia.
Culmino exhortando a la gente común a expresarse, a buscar los medios disponibles para hacer saber su opinión y conocer las de otros.
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