18/12/05
púchica jueves 22 10 05
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No soy ateo, como algunos creyeron a raíz de mi publicación del 1 de diciembre, y sí creo en la democracia, y la defiendo. Tampoco me refiero únicamente a la iglesia católica local, como alguien pensó, cuando digo que este movimiento se ha esmerado por el embrutecimiento del pueblo a través de sus practicas colonialistas.
Es por esto que en esta edición continúo exponiendo mis razones para comunicarle a la gente lo que considero necesario respecto a las religiones cristianas, especialmente a la católica.
Vivimos en un país democrático (supuestamente) y entre las muchas cosas que debilitan dicha democracia se encuentra la iglesia católica que a la hora de presionar al gobierno no lo hace a través de consensos con sus fieles, sino que, atentando contra el derecho a la elección de estos, impone en lugar de educar. Cuando la iglesia católica presiona al gobierno para que no apruebe una urgente ley que facilite el acceso a educación sexual y planificación familiar, no lo hace para amplificar la vos de sus feligreses, como debiera ser una práctica democrática, sino que se aprovecha del poder que durante mas de cinco siglos ha formado en nuestras tierras a costa de la anulación de la cultura original y la imposición de criterios muy distantes de la cosmovisión local, y presiona para que el cumplimiento de sus normas no se estimule a través de la lógica y la comprensión (que de por si trata de eliminar en la gente) sino que por medio de la prohibición autoritaria casi militar. Democracia es, según la Real Academia, el predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.
No es sólo en Guatemala, el sistema de esa iglesia viene desde las bases, en la ciudad del Vaticano, donde la corrupción y los negocios ocultos han hecho sobra desde hace siglos.
Es la misma iglesia inquisidora y vendida, como sucedió acá cuando, mientras algunos sacerdotes perdían la vida defendiendo a la gente del altiplano, el cardenal negaba cualquier abuso dentro de la guerra. El tema es extensísimo, hay muchas cosas por hablar. El otro jueves, prepárese para el homosexualismo.
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