Libertad
Hoy, 15 de septiembre, se recuerda lo que sucedió hace ciento ochenta y cuatro años cuando terminó la dependencia de España. En aquella época era más fácil mantener una independencia pues la invasión de potencias extranjeras requería mucho más esfuerzo que hoy día.
Yo, en lo particular, rememoro esta fecha con algo de nostalgia, con el mismo sentimiento que recuerdo la revolución de octubre y algunas otras cosas que ya no existen. Hoy no tenemos libertad, ni política ni individual.
Vivimos entre un bombardeo de conceptos impositivos, de culturas ajenas y costumbres contradictorias que van atenuando cada vez más nuestra identidad y nuestra autosuficiencia.
Si los gringos están en guerra o se inundan, nos suben todos los precios. Si Beckham o Enrique Iglesias deciden usar cremas faciales o depilarse, las chavas nos quieren así. Que si el Papa se muere, todos debemos estar de luto…
Pero ¿qué pasa si se le pregunta a un chapín común acerca de la simbología de los trajes regionales guatemaltecos? ¿o de los descubrimientos de los mayas? ¿o de las investigaciones de Jesús Castillo respecto a la música guatemalteca? ¿o dónde viven los hablantes del akateko? ¿o la historia del cine nacional? ¿o cuántas veces ha habido invasión extranjera en los últimos quinientos años? Quisiera oír la casaqueada que la mayoría respondería, si respondieran.
Ah si, pero preguntemos cuál es el nombre de la reina del Pop, quién es el Miguel que cambió el color de su piel, quién es la cabeza de la iglesia católica romana, con quién se relacionaba Bill Clinton en su oficina, o dónde producen las marcas americanas, seguro muchos van a responder.
Energías
Ojalá el mundo pudiera moverse con simples chasquidos de dedos, pero incluso ahí habría un juego de energías que confirman que la única forma de mover el mundo es eso: la energía.
Hay energías y energías. Por ejemplo, en la recién instaurada Mancomunidad de Los Altos hace falta una energía que deje claro que esta puede ser un modelo insuperable para las iniciativas de descentralización del gobierno. La solución de problemas urbanísticos y la captación de recursos no son todo lo que puede ofrecer una mancomunidad, que también puede, y debe, buscar un respeto político para convertirse en un método eficaz de presión hacia el gobierno central.
Pero hay otros tipos de energía, como la que producen los derivados del petróleo. Esa si que mueve al mundo cada día nos jode más. La independencia ha de estar beneficiada con tipos de energía que dan el valor y la fuerza para no dejarse llevar, para no venderse, para no traicionarse.
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