Títeres
Hace poco regresé de un viaje en el que fuimos a representar a nuestra Guatemala, junto al Teatro de Títeres Armadillo, a un festival internacional de esta disciplina artística. El encuentro reunió a los grupos La Trillada, de Colombia; El Shuto, de México; Manos a la Obra, de Argentina y algunos exponentes locales.
El Primer Encuentro Internacional de Teatro de Títeres en la ciudad de Lima, Perú, fue más que una experiencia institucional al convertirse en un encuentro de enriquecimiento artístico y humano.
El viaje fue positivo desde un principio, o al menos, desde que el Ministerio de Cultura accedió a apoyarnos parcialmente en el valor de los pasajes, que era lo único que debíamos aportar para asistir al encuentro. Además, como un complemento, en la embajada guatemalteca en Perú, se nos abrieron las puertas como si fuéramos viejos conocidos, y aunque como institución no cuentan con mecanismos para dar apoyo a actividades como la de Armadillo, si pudieron, a través de la Ministra Consejera de la embajada y de la presidenta de la asociación de damas guatemaltecas, contactar y organizar a la comunidad guatemalteca para brindarnos apoyo y compañía. Fue bueno sentir que de alguna forma, no se sabe si por suerte o mera casualidad, se puede contar con el apoyo del gobierno. Pero de no haberse dado esa ayuda, el viaje hubiera sido más suplicio que otra cosa.
Pero ir era importante, sobre todo, por la oportunidad que se le daba a Armadillo de aprender de la experiencia de otros, con el único fin de crecer artísticamente. Además es de orgullo poder mostrar un poco de nuestra cultura a través de una adaptación para niños del Pop Vuh.
Ahora, de regreso, vengo con dos ideas claras: se puede hacer una vida con los títeres, quienes como en cualquier arte, nos ofrecen un camino infinito por recorrer en búsqueda de la perfección; y, deben existir en Guatemala antecedentes del arte de los títeres o marionetas así como titiriteros que aún no tengo el gusto de conocer (para el efecto, me permito pedir a cualquier lector que tenga información histórica o actual sobre el tema, que me la envíe por correo electrónico, pues me será de utilidad).
Hace poco regresé de un viaje en el que fuimos a representar a nuestra Guatemala, junto al Teatro de Títeres Armadillo, a un festival internacional de esta disciplina artística. El encuentro reunió a los grupos La Trillada, de Colombia; El Shuto, de México; Manos a la Obra, de Argentina y algunos exponentes locales.
El Primer Encuentro Internacional de Teatro de Títeres en la ciudad de Lima, Perú, fue más que una experiencia institucional al convertirse en un encuentro de enriquecimiento artístico y humano.
El viaje fue positivo desde un principio, o al menos, desde que el Ministerio de Cultura accedió a apoyarnos parcialmente en el valor de los pasajes, que era lo único que debíamos aportar para asistir al encuentro. Además, como un complemento, en la embajada guatemalteca en Perú, se nos abrieron las puertas como si fuéramos viejos conocidos, y aunque como institución no cuentan con mecanismos para dar apoyo a actividades como la de Armadillo, si pudieron, a través de la Ministra Consejera de la embajada y de la presidenta de la asociación de damas guatemaltecas, contactar y organizar a la comunidad guatemalteca para brindarnos apoyo y compañía. Fue bueno sentir que de alguna forma, no se sabe si por suerte o mera casualidad, se puede contar con el apoyo del gobierno. Pero de no haberse dado esa ayuda, el viaje hubiera sido más suplicio que otra cosa.
Pero ir era importante, sobre todo, por la oportunidad que se le daba a Armadillo de aprender de la experiencia de otros, con el único fin de crecer artísticamente. Además es de orgullo poder mostrar un poco de nuestra cultura a través de una adaptación para niños del Pop Vuh.
Ahora, de regreso, vengo con dos ideas claras: se puede hacer una vida con los títeres, quienes como en cualquier arte, nos ofrecen un camino infinito por recorrer en búsqueda de la perfección; y, deben existir en Guatemala antecedentes del arte de los títeres o marionetas así como titiriteros que aún no tengo el gusto de conocer (para el efecto, me permito pedir a cualquier lector que tenga información histórica o actual sobre el tema, que me la envíe por correo electrónico, pues me será de utilidad).
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