16/4/13

Surrealismo vital

Transgredir el subconciente para retornar vívidamente aquella noche del zénit lunar, alumbrando tus perfiles: tus llagas, tu cara perfectamente bella, el cayo de tus manos y la tersura de tu alma. Aquella luna reflejada en tus catorce ojos del infinito lago de plata. Correr con caballos, montar la yegua y trasladar distancias subliminales.
Tu pelo se agita y tus manos se aferran con seguridad a la crin, de la que tu boca va arrancando puñados de pinceles con sensualidad. Los encontré en el estudio de mi maestro de arte. De todos los calibres. Los tomé prestados y me puse a pintar el paisaje. Dos volcanes coronados por pezones sólidos y la lluvia trasformada en torrentes sanguíneos que erupcionaron sobre mi pecho. Pinté una lengua delicada, dispuesta a no dejar rastro de sangre. Pinté tu dedo índice metiéndo azúcar en mis heridas.
Al final, el terremoto y el huracán tocaron las tierras lejanas que nos rodeaban. Iré ayer hacia vos, y mañana, y esta madrugada.

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