14/3/11

San Pablo la Laguna

En San Pablo la Laguna, a orillas del lago de Atitlán, hay un grupo de gente pilas y oportunos, que han sabido ver su posibilidad de incidir políticamente en su municipio, sin entrar a la rueda política. En esencia, son un colectivo no partidista que pretende generar cambios en la forma en que se viene manejando el tema electoral así como en la forma de planeación y administración de su municipio.
De alcanzar sus objetivos, el colectivo B’atz B’al estará convocando, a finales de abril, a los candidatos a alcalde y a la población en general a participar en un foro ciudadano, donde se deduzcan ciertos compromisos que contribuyan a una campaña política más sensata y una administración municipal libre de clientelismos, nepotismo y corrupción.
Pero el colectivo B’atz B’al tiene muy claro que su trabajo se planea a larg
o plazo, pues son conscientes de que es prácticamente imposible que en unos pocos meses se logre cambiar una situación política que, al menos en su comunidad, lleva unos cuarenta años de estarse arraigando. Sin embargo, no están dispuestos a esperar más y están buscando optimizar el poco tiempo libre que rescatan de sus compromisos laborales, familiares y académicos.

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Entré en comunicación con Romeo desde hace varios meses,
tiempo en que he venido comprendiendo lo honesto de su reto, los valores de sus miembros y la genial primicia de que "recursos son los que tenemos, no de los que carecemos". Porque con mucha frecuencia, el ciudadano descarta su participación con la excusa de la falta de recursos para hacer algo por su entorno.
Mi encuentro de ayer domingo con ellos (13-3-2011) se debió a un compromiso personal que he adquirido con el Plan Vanguardia, como titulan a esta serie de acciones en busca de sus objetivos
políticos, porque verdaderamente creo que es posible lo que se proponen, y que el éxito de su esfuerzo puede transformarse en ejemplo claro, práctico y funcional de la incidencia ciudadana en los procesos públicos. No tengo mucho que ofrecer, creo, pero mi participación puede aportarles un puente hacia otros sectores, otras personas y otras iniciativas del país, como fue el caso de ayer.
En un raro caso de azar, fue a Andrés Zepeda a quien invité a acompañarme
y que juntos facilitáramos una reunión más con B’atz B’al, en la que podríamos dar continuidad a las reuniones anteriores, en que hemos trabajado sobre temas de gestión local y procesos de comunicación. Me servía la participación de alguien con amplio criterio e irrever
ente del sistema, que pudiera participar desde una visión externa. Andrés, aguerrido, aceptó como supuse. Para costear nuestro viaje, pues somos los típicos quebrados, echamos mano de quinientos quetzales de un pequeño fondo que, en un año, ha logrado una computadora y varios viajes míos a San Pablo y de ellos a Pana.
Nuestro plan de trabajo fue no hacer más plan que solicitarles una exposición breve del proyecto, de la que pudiéramos generar un diagnostico y la agenda del resto de la jornada. Para fortuna de todos, entre los vinitos de la velada de planificación (en la que Andrés y yo nos aclaramos que nuestra intención para ir a San Pablo no es ir a dejar ideas, ni a imponer nada sino más bien a figurar como una especia de psicólogo de la comunicación, que ayudara al colectivo a generar por si solos y a sacar el jugo de la mejor manera posible a nuestra visita) llegó Mayra Méndez, una joven antropóloga de gran carisma y experiencia en la gestión de grupos, quien espontáneamente se entusiasmó y se ofreció a apoyarnos. Gracias a ella, logramos una mejor sistematización del encuentro, y dinámicas más certeras para conducción del día.

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Nos reunimos a las nueve de la mañana en la sede de B’atz B’al (un cuarto que comparten con reuniones de una cofradía y actividades de otros miembros de la familia Ratzam), con la desilusión que produjo la asistencia de sólo cuatro de una docena de participantes confirmados.
Este primer momento sirvió para develar la necesidad de que, antes de entrar al tema de comunicación, hiciéramos un ejercicio de diagnóstico del colectivo. Por deducción grupal, se acordó que lo indicado sería empezar con una evaluación individual de los miembros para establecer algunos parámetros de participación en el colectivo. Se acordó hacerlo también de manera privada, por lo que se designó a un entrevistador -Ignacio, por su carisma, confianza y elocuencia- para que se reuniera, uno por uno, con cada uno de los presentes. Afortunadamente, a media jornada se sumaron dos compañeros más, logrando una muestra más amplia.
Una de las conclusiones que percibí más importante, y de ahí la primicia de los recursos, es que el colectivo cuenta con buena cantidad de horas de trabajo garantizadas por los miembros (más de dos horas cada uno, por semana, con completa disposición a su ampliación), lo que representa un importante recurso. Además, se evidenció una relación intergrupal basada en el respeto y la valoración de la honorabilidad de cada uno de los miembros, y se evidenció un temor generalizado de que algún familiar de los miembros resulte envuelto en actividades políticas partidistas, lo que podría degenerar la opinión pública respecto del colectivo.
Después de revelar tales conclusiones, se determinó realizar un diagnóstico de fortalezas, amenazas, debilidades y oportunidades que ayudara a entender mejor con qué recursos y herramientas se cuenta para emprender una campaña de sencibilización popular respecto a los temas de corrupción, compra de votos y sistema de contratación de personal municipal, como precedente para la convocatoria a un foro ciudadano capaz de generar compromisos por parte de los políticos. El FODA denotó una preocupación por la carencia de recursos técnicos, tales como equipo de computación y documentación. También ayudó a descubrir que los gastos más inmediatos del colectivo, los ineludibles, se constituyen en pequeños gastos de operatividad, como la compra de papelógrafos o la posibilidad de contar con un refrigerio durante las reuniones semanales, que frecuentemente superan las tres horas en la noche. Afortunadamente, se visualizó que ese tipo de necesidad perfectamente puede ser gestionada en el plano local.

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Por la experiencia generada en una reciente gira de visitas domiciliares, se dedujo que constituyen una estrategia efectiva, que habrá que complementar con el desarrollo de una metodología que garantice un encuentro de confianza entre los miembros del colectivo y las distintas familias a visitar. Se valoró el hecho de contar con un mapeo geográfico en el que se divide al municipio en cuatro sectores, tres de los cuales cuentan con vecinos miembros del colectivo.
Finalmente, se logró una jornada intensiva de ocho horas de trabajo, cuyos resultados prácticos espero conocer dentro de pocas semanas.

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